Hoy voy a hablaros de una mala idea: introducir especies alóctonas (que no son de la zona) en un ecosistema. Esto puede dar lugar a que la nueva especie conquiste el ecosistema y se expanda, convirtiéndose en especie invasora y siendo un grave problema para las especies autóctonas que allí habitan. En el lugar que vamos a visitar no se ha dado ese caso, la especie introducida no se ha expandido ni ha ocasionado problemas, pero esto no suele ser lo habitual.
¿Dónde vamos a encontrar un bosque de una especie que no encontraríamos en la península de forma natural? Nos iremos a Cabezón de la Sal, en Cantabria, donde se encuentra un impresionante bosque de secuoyas que nos dejará maravillados. De hecho este lugar está declarado Monumento Natural e incluido en la red de espacios protegidos de Cantabria. Poneos el calzado de montaña y ropa cómoda porque vamos a dar un agradable paseo.

Pero… ¿Qué es una secuoya? la secuoya roja (Secuoya sempervivens) es un tipo de conífera muy longevo (viven entre 2.000 y 3.000 años) además de ser la más alta, pudiendo llegar a alcanzar 115,61 metros de altura. Seguro que a muchos os viene a la mente la gran secuoya americana atravesada por una carretera, las del Monte Cabezón son mucho más pequeñas porque son muy jovencitas (se plantaron alrededor de 1940) y aún les queda mucho por crecer, pese a eso su tamaño nos impactará.

Nos encontramos ante un imponente árbol de tronco recto, con una corteza muy gruesa de tonalidades pardo-rojizas. Entre las placas de la corteza podremos meter el dedo, esto nos dará una idea de su grosor. Al tocarla notaremos que es suave y esponjosa, muy diferente a las coníferas que solemos ver en nuestra península. Sus hojas son de un tono verde oscuro, planas y con dos bandas blancas en su envés. A final del invierno podremos verlas florecer, con flores masculinas amarillas y flores femeninas más grandes de color verde. En otoño veremos sus piñas.


Esta especie de conífera prefiere ambientes húmedos y climas templados, suelen crecer en grupos para protegerse del frío debido a que son muy sensibles a las heladas tardías. Por estas razones han prosperado en Cabezón de la Sal, la cercanía del mar y el frescor de la zona hacen que sea un lugar idóneo para ellas.

Nos encontramos en una zona ocupada antiguamente por un robledal costero. En el siglo XVI se comenzó a explotar para la industria naval, en los siglos XVII y XVIII a la industria naval se le unieron las ferrerías y la Real Fábrica de Artillería de La Cavada. Pese a que se crearon ordenanzas para reponer los bosques, el robledal se fue perdiendo. En el siglo XX se hizo un plan de ordenación del monte pero poco después un gran episodio de plagas y enfermedades acabaron con más de 5.000 robles. En los años 40 se decidió plantar especies alóctonas para la explotación maderera, fue entonces cuando se plantó este bosque de secuoyas de 2,5 hectáreas con 850 ejemplares.

Pero en este agradable paseo también podremos encontrar otras especies vegetales como helechos y equisetos. Los equisetos se hallan en los alrededores del bosque, son interesantes debido a que son los únicos supervivientes de un grupo que predominaba en el Devónico (hace unos 408-360 millones de años). Sólo os pido que si los véis no los toquéis, hay que conservarlos.

Espero que os haya gustado este paseo y que me acompañéis en muchos más ¡Gracias por leerme!
Me lo apunto para visitarlo. ¡Muchas gracias por dárnoslo a conocer!
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Gracias a tí por leerlo, me hace ilusión que guste
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