Tanto si os apasiona la Geología como si os gusta observar aves, esta escapada os va a hacer disfrutar. Os llevo a un paisaje cincelado por la erosión del río Salado, dando lugar a altas paredes de piedra desde las que las rapaces nos observan.

Para llegar al Cañón del Río Salado debemos ir a la localidad de Santamera en Guadalajara. Se encuentra en la carretera que une Sigüenza y Atienza, muy cerca de esta última podéis encontrar unos curiosos cerros volcánicos que merece la pena visitar. Os pongo el mapa para que podáis planificar el viaje.
Para este paseo llevad buen calzado de montaña porque el terreno no es sencillo y podemos resbalar entre las piedras. La ruta en sí es muy cortita, os pongo la que he encontrado en Wikiloc para que os hagáis una idea: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canon-rio-salado-9547556 .
Seguro que os preguntáis ¿Río Salado? Sí el Río Salado se llama así por su contenido en cloruro de sodio, esta característica ha sido explotada desde la época de los romanos en forma de salinas. En Imón podemos encontrar unas antiguas salinas al lado de este río. Gracias al dinero obtenido de dichas salinas Sigüenza y Atienza fueron ciudades muy prósperas en el pasado, sus castillos e iglesias son prueba de ello. Pero… ¿De dónde sale esa sal? Toda esta zona es muy rica en yesos del Keuper, surgidos en el Triásico Superior cuando esta zona era la costa del mar de Tetis, estos estratos contienen arcillas rojas con intercalaciones salinas. El río al atravesar estos estratos arrastra la sal de ellos y se la lleva, por ello su nombre. Desde la carretera podemos ver cómo estos estratos afloran a la superficie y vemos ronchas rojas donde no crece vegetación y aflora la sal. Casualmente en la entrada de Santamera encontraremos unas salinas.
Como véis os acabo de llevar a una costa muy antigua, en la zona norte de Santamera se han encontrado numerosos fósiles del Cretácico superior como braquiópodos, vivalvos, gasterópodos, ammonites y equinoideos. Aquí podéis encontrar el artículo científico sobre estos hallazgos: https://eprints.ucm.es/27009/ .

Pero vamos a empezar nuestro camino, atravesaremos el pueblo de Santamera siguiendo los carteles que nos guiarán hacia el Cañón del Río Salado, dejaremos atrás el pueblo y continuaremos nuestro camino mientras las enormes paredes de piedra de esta hoz, de 200 metros de altura, nos dan la bienvenida. Se componen de calizas con betas de margas grises. Iremos caminando sobre una zona de pradera y matorral, viendo el bosque de ribera del río, al que el camino nos irá acercando.

Nos toparemos con el Río Salado, si nos acercamos con cuidado podremos ver que está lleno de vida: ranas y pequeños peces habitan sus aguas. La vegetación que le rodea da cobijo a sus habitantes, podremos ver aves que entran y salen de ella. Seguiremos caminando dejando el río a nuestra derecha hasta llegar a una zona amplia y llana donde tendremos muy buenas vistas de las paredes de piedra caliza.

Si miráis hacia arriba conoceréis a los habitantes más famosos de este cañón: los buitres leonados (Gyps fulvus), quienes han aprovechado las cuevas producidas en las paredes de piedra debido a los fenómenos kársticos (similares a los que produjeron las Cuevas de Monte Castillo) para hacer allí sus nidos. Pero no sólo los buitres aprovechan estas cuevas, en Santamera encontramos la microrreserva de la Cueva de los Murciélagos, a la que no está permitido acceder. En nuestro paseo nos podremos encontrar más aves rapaces como alimoches, águilas reales, águilas perdiceras y halcones pelegrinos. En cuanto a mamíferos podremos ver huellas de jabalíes y corzos, también habitan la zona el gato montés y el tejón. Nos encontramos en una zona que está dentro de la Red Natura 2000 como ZEPA y LIC (código ES0000165) debido a su biodiversidad.

Después de deleitarnos viendo a los buitres, continuaremos nuestro camino por la ribera del río, donde empezaremos a ver arbustos rupícolas como zarzamora, rosa mosqueta y vegetación de bosque de ribera como chopos y tarays. Los tarays son árboles típicos de suelos salinos, esto no nos debe asombrar al estar en el margen de un río cuyo nombre es Salado. Si nos acercamos a él podremos ver huellas de animales que han bajado a beber agua. En verano suelen estar por la zona al atardecer y al amanecer, por lo que debemos evitar esas horas para no molestarles.

Seguiremos caminando por un estrecho sendero que asciende por la ladera del monte, paralelo al río. Tras unos metros veremos cómo el río se ensancha, dando lugar al pantano de El Atance. Aquí el ecosistema fluvial cambia a un ecosistema lacustre en el que destacan especies de peces como la carpa, barbo, boga, trucha procedente del río salado y black bass. Como véis muchas especies de peces son introducidas para la pesca, lo cual daña el ecosistema. Entre las aves podremos ver focha común, pato cuchara, garza real, porrón común y martín pescador.

Llegaremos a un punto en el que el camino tiene una bajada escarpada al pantano, ahí podremos bajar y pasear por su orilla.
Esta zona del embalse es de gran valor, debido a que aquí se encuentra el único yacimiento del Triásico ibérico en el que se han encontrado restos muy bien preservados. Es de gran importancia para conocer mejor los sauropterigios del sur de Europa. Los hallazgos más importantes han sido:
- Parahenodus atancensis: era un reptil con caparazón que habitó en la zona hace 235 millones de años, su descubrimiento ayudó a comprender mejor la diversidad de los placodontos. Fue descubierto por el Grupo de Biología Evolutiva de la UNED.
- Paludidraco Multidentatus: su nombre significa «dragón de pantano con muchos dientes». Pese a su nombre era un animal tranquilo que se alimentaba por filtración. Su descubrimiento ha ayudado a comprender mejor la familia de los simosáuridos. Fue descubierto también por el Grupo de Biología Evolutiva de la UNED.

Debido a la importancia de este yacimiento y a la enorme labor de investigación que realizan los paleontólogos debéis respetar mucho el entorno, si veis cualquier resto que parezca un fósil avisad al Grupo de Biología Evolutiva de la UNED. Gracias a ellos podremos conocer cómo era la zona en el pasado. Si los restos se dañan o se pierden, faltará información muy valiosa.
Para volver desandaremos el camino hasta Santamera, viendo las enormes paredes de roca y a los buitres majestuosos volando sobre nuestras cabezas.

Espero que os haya gustado esta visita, si es así os animo a compartirla. Nos vemos en futuras escapadas llenas de curiosidades científicas.
