Si hay un lugar en Castilla la Mancha que nos gusta es Daimiel, el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel es una maravilla, pero además posee un tesoro fascinante: la Motilla del Azuer. Este yacimiento tan singular muestra una construcción típica de la Edad del Bronce en Castilla la Mancha: las motillas. Esta motilla no sólo está en pie y podemos pasear por su interior, sino que además alberga el pozo más antiguo de la península ibérica.

Si queremos visitar este lugar debemos reservar antes una visita guiada, lo haremos aquí: http://www.motilladelazuer.es/. La visita guiada merece mucho la pena porque vamos a recibir una muy buena explicación por parte de expertos que conocen el yacimiento como la palma de su mano. Si vais en verano llevad agua y gorra para protegeros bien del calor, aunque mi recomendación es verla en primavera, sobre todo si en meses anteriores ha llovido, porque podemos tener la suerte de ver el pozo con agua.

Hablemos ahora de este yacimiento, estamos ante un tipo de asentamiento del que ya hemos hablado alguna vez por aquí: las motillas. Este tipo de construcciones prehistóricas las encontramos en Castilla la Mancha, su mayoría situadas en las llanuras de inundación de los ríos, salvo una que se ha encontrado en una laguna. Son construcciones de piedra circulares, con intrincados pasillos, que albergan en su centro una torre y un pozo con agua. Todas ellas están fuertemente amuralladas y sus estrechos pasillos parecen tener una intención defensiva, protegiendo lo que se almacenaba en su interior, pero ¿Por qué están donde están y qué guardaban exactamente?

La respuesta a esta pregunta nos hace situarnos en su contexto histórico, la Motilla del Azuer fue construida en la Edad del Bronce, época que va desde el 2200 hasta el 1500 a. C. Esta época coincide con un prolongado periodo muy árido y seco, conocido como Evento 4.2 ka cal BP, considerado como uno de los periodos de aridificación holocenos más notables en la Península Ibérica. No es descabellado pensar que, al coincidir esta gran sequía con la aparición de sociedades complejas como es la Edad del Bronce, se creasen este tipo de construcciones para acceder y proteger bienes escasos como son el agua (a la que se accedía mediante los pozos centrales de las motillas) y las cosechas (trigo, cebada, legumbres…) que obtenía la población de sus cultivos. Alrededor de estas motillas se han encontrado restos de construcciones de viviendas, por lo que se piensa que la gente no vivía en ellas, sino junto a ellas. Por otro lado, se han hallado una serie de enterramientos dentro de ellas, dotando estos lugares de una gran carga simbólica. Por estos motivos se cree que la utilidad de las Motillas era una zona de almacenamiento de agua y víveres que además podía servir como zona comercial y de intercambio con gente de otros poblados cercanos, algo que tiene cierto parecido con un centro comercial actual.

Ahora que conocemos mejor las motillas, vamos a centrarnos en nuestra protagonista: La Motilla del Azuer. Quizá sea la Motilla más estudiada y excavada de todas ellas, siendo una gran fuente de información sobre la vida en la Edad del Bronce en Castilla la Mancha.
La Motilla del Azuer se encuentra en la vega del Río Azuer, a diez kilómetros de Daimiel. Este yacimiento se lleva investigando y conservando desde 1974, estos trabajos la han convertido en un monumento arqueológico excepcional y en el más famoso de los yacimientos manchegos de la Edad del Bronce. Como es común en las motillas, estamos ante un asentamiento fortificado de planta circular diferenciado en tres espacios:
- Un espacio articulado alrededor de una torre central de doce metros de altura, a la que se accede mediante un entramado complejo de rampas y pasillos. Este espacio se encuentra delimitado por varias líneas de murallas dispuestas de manera circular, entre las que se llevaban a cabo actividades económicas como almacenamiento y tostado de cereales y legumbres, cocción de cerámica y guardado del ganado en establos.
- Un patio trapezoidal en cuyo interior encontramos un pozo de 18 metros de profundidad. Este pozo alcanza el techo de las calizas pliocenas que contienen agua en su interior al constituir el acuífero regional de la zona (conocido como el acuífero 23).
- Un tercer espacio exterior que se corresponde con un poblado situado alrededor del muro de la motilla. En él se encuentran cabañas de planta oval o subrectangular, hogares y fosas.
Gracias a las diversas dataciones de carbono 14 que se han realizado en las maderas de construcción, semillas y restos de vegetación arbustiva, se sabe que este asentamiento estuvo ocupado desde el 2200 a. C. (Bronce Antiguo) hasta el 1350 a. C. (Bronce Tardío). Su construcción fue desde dentro hacia afuera, comenzando por el pozo, la torre y el pasillo intermedio, a los que se fueron añadiendo pasillos externos y la muralla exterior.
Cuando paseamos por su interior podemos ver los silos de mampostería en los que se almacenaban cereales y legumbres, aunque también encontraremos fosas de almacenaje correspondientes a las primeras etapas del asentamiento. En los recintos internos podemos encontrar hornos abovedados que se usaban para actividades de tipo artesanal, así como establos para ovejas, cabras y cerdos. En la zona exterior, donde encontramos las viviendas, se han encontrado restos de ovejas, cabras, cerdos y caballos, por lo que cree que los animales se guardaban en el interior y el exterior. En una última etapa aparecen restos de ganadería bovina.

Lo monumental de esta construcción nos habla de una sociedad compleja, desmintiendo la idea que pudiésemos tener de los asentamientos de la Edad del Bronce como poblaciones desorganizadas que vivían en cabañas. Estamos ante una construcción de almacenamiento de víveres y de acceso a un recurso escaso y valioso en la época: el agua. Pero no sólo eso, en la Motilla del Azuer encontramos enterramientos (nos tropezaremos con algunos a nuestro paso), se han encontrado un total de 135 cuerpos. Esto indica que este lugar tenía además un significado simbólico para su gente. Además su gran muro exterior y sus intrincados pasillos nos dan pie a pensar en una intención defensiva, esto encaja también con la aparición de la desigualdad y un aumento de la violencia en la Edad del Bronce, fruto de la forja de armas. Teniendo alimentos y agua dentro del recinto amurallado, la población podía encerrarse en el interior de la motilla ante un ataque, pudiendo resistir una temporada.

Conocemos, gracias a los restos hallados en el yacimiento, que los habitantes de este asentamiento eran agricultores y ganaderos. Pero ¿Cómo era su entorno? Sabemos que el clima era árido y seco, esto nos da pistas sobre las especies vegetales que tendrían alrededor, pero para saber más de la vegetación circundante se han hecho estudios palinológicos. Los estudios polínicos nos hablan de un paisaje deforestado, con un 25-30% de árboles, 10-15% de arbustos y el resto para herbáceos. Conozcamos mejor lo que hay dentro de estos porcentajes:
- Árboles: el que tenía mayor cantidad de ejemplares era la encina, seguido del pino albar, pino mediterráneo, abedul, avellano y roble. Es significativa la presencia del alcornoque, pese a representar menos del 1%, esto indica su presencia en zonas de suelos profundos. También se encuentran especies propias del bosque de ribera como los ya mencionados abedul y avellano además de fresno, sauce, taray y olmo.
- Arbustos: predominan las jaras, retamas, brezos, acebuche, labiérnago y lentisco, entre otros.
- Herbáceas: predominan los cereales, lo que indica que había cultivos en el entorno del yacimiento. También se ha encontrado polen de guisante y otras leguminosas, por lo que se deduce que también se cultivaban. En cuanto a las plantas salvajes, se ha encontrado malva, centáurea, Caryophyllaceae y una gran cantidad de cardos que dan pie a pensar que la ausencia de árboles se debió a una deforestación de origen humano.
Si hablamos de hongos, se han encontrado esporas de hongos coprófilos, lo que indica una alta dedicación ganadera.
La fauna salvaje de la zona la constituían liebres, topillos y algunas aves esteparias o de ambientes abiertos.
En cuanto al clima, la reconstrucción paleoclimática habla de un clima continental muy marcado, con valores extremos tanto en temperaturas máximas como en las mínimas. Las lluvias eran escasas.
Si bien hablamos de un paisaje desértico que predomina en casi todo el periodo en el que la Motilla del Azuer estuvo ocupada, en su último periodo el clima fue cambiando hacia un clima más húmedo. Esto se corresponde con la ampliación del muro exterior, que fue reforzado. Este refuerzo posiblemente se hizo para evitar que el muro se hundiese en un suelo cada vez más húmedo e inestable. Las motillas fueron abandonadas justo en este periodo, cuando el clima húmedo favoreció otro tipo de asentamientos denominados oppida.

Espero que os haya gustado esta visita, la verdad es que para mí fue un gran descubrimiento. Me ha gustado el cuidado que se ha tenido en las labores de reconstrucción, delimitando muy bien las partes originales de las reconstruidas. Debemos pensar que la labor de excavación y restauración ha sido titánica, pues esta motilla estaba totalmente enterrada, viéndose como un pequeño cerro entre campos de cultivo. Es de agradecer todo lo que se ha hecho para que hoy podamos visitarla y pasear por ella. Además me gustó muchísimo la explicación del guía porque nos metió en el contexto histórico y nos ayudó a entender lo que estábamos viendo. Como complemento a esta visita os recomiendo visitar el Museo Comarcal de Daimiel, pues ahí se exponen muchos de los objetos que se encontraron en la Motilla del Azuer. Otra visita recomendable en Daimiel son las famosas Tablas de Daimiel, de las que os he hablado en este blog. Lo cierto es que esta zona merece mucho la pena para una escapada de varios días porque está lleno de lugares interesantes.