La parte más salvaje del Geoparque de la Costa Vasca: el mirador de Portuxiki

Si algo tiene el Geoparque de la Costa Vasca es la espectacularidad de sus paisajes: el verdor de su vegetación contrasta con las diferentes tonalidades de las rocas que forman sus flysch y rasas mareales. Todo esto unido a su fauna convierten Geoparkea en un lugar especial.

Acantilado en la playa de Sakoneta

La recomendación para esta visita es hacerla con marea baja para poder bajar a la rasa mareal, llevad calzado de montaña y pantalón largo porque hay mucha vegetación y así evitaremos picaduras de insectos. Aparcaremos en el Parking que hay enfrente de la casa rural Errota Berri.

Ubicación del aparcamiento en el mapa

La visita que haremos forma parte de una ruta de 5 kilómetros que nos lleva a las zonas de Sakoneta y Mendata. La ruta completa la tenéis en Wikiloc: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/geoparkea-pr-gi-5001-sakonetako-itsaslabarrak-acantilados-de-sakoneta-deba-119186642

Un sendero rodeado de vegetación que aporta belleza y frescor
El paseo por el sendero es muy agradable debido a la vegetación exuberante de la zona

Comenzaremos caminando hacia la casa rural, la rodearemos y llegaremos a un prado con un área de pícnic del que sale un puente a nuestra derecha, cruzaremos el puente y seguiremos el sendero. Siguiendo el sendero pasaremos por un prado muy verde, si hacemos la visita entre los meses de abril y junio haremos una parada y prepararemos las cámaras de fotos. Nos fijaremos bien en la vegetación que tenemos a nuestros pies hasta encontrar una curiosa orquídea: la Serapias cordigera, también conocida como serapias en corazón.

Una flor de una tonalidad rojiza intensa, con un labelo central que cae semejante a una lengua o a un corazón, según se mire
Serapias cordigera

Esta planta, de la familia de las orquídeas, se caracteriza por ese labelo de color púrpura, ancho y de forma cordiforme. Suele tener una inflorescencia corta, con bastantes flores (entre 2 y 12). La flor se compone de unos tépalos que forman una especie de casco cerrado y un labelo central que presenta una constricción que lo divide en dos partes: una parte plana y ancha con forma de lengua que cae hacia abajo y una parte proximal cóncava, de la misma anchura que la anterior, que presenta dos callosidades en la base. Esta especie vive en suelos silíceos, en praderas húmedas, aunque también se la ha visto en zonas de matorral y olivares porque le gustan las zonas luminosas. En las Islas Baleares es una especie protegida. Aunque en esta zona no se la considere protegida, no debemos tocarla ni arrancarla, pero sí podemos hacerle fotos porque es muy vistosa.

Continuaremos nuestro camino por el sendero, rodeados de bella vegetación que nos aportará frescor. Al llegar a una bifurcación tomaremos el camino ascendente de la derecha hacia el mirador. Mi recomendación es que durante toda la ruta vayáis en silencio, sin mascotas y muy pendientes del suelo porque en esta zona tiene su hábitat el lagarto verde (Lacerta viridis). Nosotros tuvimos la suerte de encontrarnos con uno y poder hacerle fotos.

Lagarto verde

Estamos ante un lagarto que puede llegar a medir unos 40 centímetros incluyendo la cola, que suele ser dos veces más larga que el cuerpo. Su cabeza es ancha y plana, con un hocico corto y romo. Observamos que tiene unos tímpanos más grandes que los ojos y más altos que anchos. Por lo general el macho es de color verde, con el dorso pardo-verdoso con puntos negros y amarillos repartidos de manera irregular. La hembra suele presentar entre dos y cuatro líneas longitudinales de color amarillo, más o menos continuas, sobre su dorso, con el margen salpicado de negro. El ejemplar que vimos (el de la foto) tenía la garganta de un brillante color azul, lo que indica que es un macho que estaba en la época de apareamiento (se da en primavera).

El mismo lagarto verde pero en otra postura y con más luz

El lagarto verde suele vivir en zonas ricas en vegetación. Le gustan los arbustos y la maleza y se le suele ver a lo largo de setos y zarzales y al borde de los caminos. Tiene preferencia por las zonas húmedas, con una buena cubierta vegetal de juncos. Usa como refugios huecos bajo las piedras, tocones de árbol e incluso madrigueras abandonadas.

Su menú es bastante variado: se alimenta principalmente de invertebrados (gusanos, crustáceos, caracoles, insectos…), aunque a veces puede alimentarse de otros lagartos, micromamíferos, pequeñas aves y huevos. También le gustan las bayas dulces y jugosas.

Por la mañana y al mediodía tendremos más posibilidades de ver este tipo de lagarto, porque es cuando le gusta tumbarse a tomar el sol. En ocasiones podremos acercarnos tranquilamente para hacerle fotos mientras nos ignora, mientras que en otras huirá a la menor señal de alarma. La verdad es que es un animal bastante cotilla, así que si no le amenazamos y nos limitamos a observar o caminamos cerca despacio, se quedará observándonos. En la Península Ibérica puede encontrarse en la zona cantábrica y en Pirineos.

Se ven los Flysch imponentes sobre el mar, es un contraste de color muy bello
Vistas desde Portutxiki

Llegamos al mirador, donde nos deleitaremos con las magníficas vistas del biotopo, lo que vemos se describe muy bien en el siguiente panel: https://geoparkea.eus/site_media/pdf/panel_portutxiki.pdf, pero vamos a describirlo con las fotografías hechas en la zona. En la imagen de arriba tenemos Talamendi y Algorri (esa zona baja que sobresale de un tono más pardo) con sus diferentes alturas que dan lugar a un paisaje ondulado donde el verde de la vegetación contrasta con los tonos del flysch.

Algorri, Santa Clara y Pikotegaina

Si avanzamos un poco más con la vista hacia nuestra derecha veremos Algorri, Santa Clara y Pikotegaina. Observamos que entre el cerro de Santa Clara y Pikotegaina hay un valle que queda «colgado» sobre el Flysch. Esto se debe a que la mayor parte de los valles del biotopo tienen un caudal limitado y un recorrido muy corto (menos de un kilómetro), lo que hace que el acantilado retroceda más rápidamente dejando estos valles colgados en la parte superior.

Cantos rodados en la base del acantilado

Si dirigimos la vista hacia abajo podemos observar zonas con cantos rodados al pie de los acantilados. Esos cantos se forman por los materiales que se desprenden del flysch y caen hasta la base, donde la erosión del oleaje les va redondeando. Pero el poder erosivo del oleaje no sólo les afecta a ellos, gracias a su presencia aumenta la capacidad destructiva del oleaje porque provoca que choquen contra el acantilado, favoreciendo la erosión en esas zonas. En la imagen se aprecian además las distintas capas del flysch, formadas por los sedimentos marinos. Vemos que no son homogéneas, sino que encontramos capas más oscuras (lutitas) formadas por sedimentos marinos ricos en materia orgánica. Entre las lutitas apreciamos unas capas más claras, formadas por aluviones de arena que se han compactado y transformado en areniscas (turbiditas). Estas capas estaban originalmente situadas de forma horizontal, pero la colisión pirenaica provocó que se levantasen y plegasen, por esta razón hoy las vemos en esta posición. Hay que añadir que, a diferencia de otras zonas, en estas rocas no se ha producido ningún proceso metamórfico, sólo diagénesis.

Rasa Mareal

No debemos olvidar otro elemento que se observa desde el mirador: la rasa mareal. Si bien la veremos más en detalle más adelante, es importante describir este tipo de formación. Anteriormente hemos visto que los acantilados retroceden debido a la erosión, al retroceder van dejando tras de sí una plataforma horizontal rocosa, con crestas formadas por las rocas más duras. Estas plataformas poseen un alto valor ecológico al ofrecer un hábitat para diferentes seres vivos adaptados a unas condiciones de vida que cambian según las mareas, pues tenemos horas en las que estarán cubiertas de agua y horas en las que permanecerán expuestas al aire. Para conocer mejor la rasa mareal saldremos del mirador y continuaremos el camino hacia nuestra derecha, caminando hasta llegar a una playa formada por la desembocadura del riachuelo de Errotaberri. Este riachuelo tiene una longitud de más de dos kilómetros, pues proviene del macizo kárstico de Andutz, además tiene un caudal bastante estable a lo largo del año y un gran poder erosivo, todo esto ha hecho posible que alcance la cota cero y vierta al mar sin generar un valle colgado.

Puente sobre la desembocadura del riachuelo de Errotaberri

El riachuelo de Errotaberri desemboca justo en la rasa mareal, sobre la que podemos pasear con marea baja. Estas rasas mareales forman uno de los ecosistemas litorales/marinos más complejos del Geoparque de la Costa Vasca, por este motivo no debemos tocar, mover, ni llevarnos piedras, tampoco debemos tocar ni coger a los animales y algas de la zona. Estamos ante un ecosistema muy delicado que no debemos dañar, en él habitan especies como nécoras, bueyes de mar, busanos, centollas, quisquillas, mejillones, pulpos, lapas, anémonas marinas, estrellas de mar, etc. Si queréis conocer en detalle la biología de las rasas mareales del Geoparque os recomiendo que hagáis las visitas guiadas que hacen, podéis consultar fechas y reservar aquí: https://geoparkea.eus/es/visitas-guiadas/la-rasa-mareal.

La rasa mareal va quedando cubierta según sube la marea

Tras observar y fotografiar la rasa mareal, nosotros dimos la vuelta hasta el parking, pero se puede seguir el camino para hacer la ruta completa de Wikiloc que tenéis al inicio de esta entrada. Si volvéis sobre vuestros pasos observaréis una curiosa puerta en una valla, al atravesarla llegaréis a un mirador que os regalará imágenes inolvidables como ésta:

El bello contraste entre el mar, el flysch y el verdor de la vegetación de la zona

Y hasta aquí la visita al mirador de Portutxiki, espero que os haya gustado y que me acompañéis en más visitas a lugares curiosos. Si os ha gustado no dudéis en suscribiros al blog y compartirlo. Sobre todo, gracias por leernos.

Deja un comentario